domingo, 2 de agosto de 2009

Juana Molina - segundo (2002)



El artista: Juana Molina nacida en Buenos Aires en 1962 es cantante, compositora, y actriz. Hija del cantante de tango Horacio Molina, de quien aprende a tocar la guitarra a los cinco años, y de la modelo y actriz Chunchuna Villafañe.


En 1996 comienza a cantar y edita varios álbumes. Canta letras propias y se acompaña con guitarra acústica y teclado. Sus elementos musicales son ambientales y de electrónica, y ha sido comparada con Björk, Beth Orton, y Lisa Germano. Habitualmente compone, mezcla pistas y edita por su propia cuenta. En sus conciertos mezcla los instrumentos en vivo y utiliza pedales para repetir los sonidos. (otra vez santa wikipedia)

El disco: del disco segundo, la misma Juana dice que es la pampa argentina la que debía dejar salir, explorar con esos elementos que son propios de ella, que hacen parte de su esencia, de su naturaleza como artista.

Últimamente he escuchado tanto a Juana Molina y me he partido la cabeza pensando en una forma de expresar lo que siento cuando escucho sus canciones que espero no arruinar el momento y mucho menos dar una mala impresión de lo fantástica y original que es su música.

Segundo es sencillamente su segundo disco, que rompe un poco con la manera como ella venía haciendo música desde su primer trabajo editado en 1996. Ahora la suerte es del viento y de la experimentación. Juana hace su música al parecer guiada por un instinto casi animal, que deriva en cosas mágicas e inquietantes. Al igual que cuando empecé a escuchar a Björk, surgió en mi un leve rechazo, y a la vez una profunda admiración. Juana no canta, habla, susurra, cuenta historias, explora y se divierte. En esencia no es la poseedora de una gran voz, a veces parece desfallecer en el intento por alcanzar una nota, pero a quien importa si logra remover fibras con un conjunto de elementos que resultan sobrecogedores y primitivos.

El disco se mueve entre ritmos y sonidos del ambiente, pequeños toques electrónicos y jugueteos de voces. Minimalista y aventurero. Juana se armó de una guitarra acústica y una que otra máquina para contar sus historias cotidianas, cosas de poca trascendencia que casi no dicen nada como hace entrever en La visita cuando después de dejarse llevar por su voz para contarnos sobre la visita de su madre termina diciendo: "Ya pasó más de un mes y ella se fue ¡Ah, por supuesto!, de nada hablé."


Esa es parte de la magia de la Juana Molina que me conquistó: en el perro por ejemplo narra, con cierta mordacidad, una anécdota sobre un perro que no la dejaba dormir en las mañanas porque su dueña lo dejaba solo. Lo inquietante está en el acompañamiento: pequeñas percusiones y ladridos ocasionales; una pequeña gran muestra de su ingenio para hacer de algo tan simple y cotidiano una maravillosa y encantadora pieza de arte sonora.


Martin fierro es una de mis favoritas, quizá por la letra o por ese ritmo que te transporta a la Pampa. Acabo de enterarme que este poema narrativo de José Hernandez fue calificado por Leopoldo Lugones, en su obra literaria El payador como "el libro nacional de los argentinos". He aquí una pequeña estrofa que Juana se encargó de musicalizar magistralmente:


Aquí me pongo a cantar, 
al compás de la vigüela

que al hombre que lo desvela
una pena estrordinaria,

como el ave solitaria 
con el cantar se consuela.


Mantra del bicho feo fue la primera canción de Juana que escuché por completo, sin sentirme extraño o confundido. No tiene letra, solo un ritmo infernal y contagioso, una canción de ambiente electrónico cargada de ruidos de pájaros. Solo un naranaraná guía los pasos de la canción y tú no puedes hacer nada más que rendirte. Para mis grandes afectos guardo ¿Quién?, canción que Juana escribió pensando en su hija quien al parecer no la reconoció después de volver de una gira.

Porque al llegar la vi
y supe que ella ya no me esperaba
Sus ojitos lo decían todo:
Nunca más, mamá, te vayas.

Creo que lo dice todo.

Igualmente creo que podría seguir hablando de estas pequeñas piezas de arte por horas y aun así no lograría convencer a nadie, solamente os puedo instar a escucharla con la advertencia de que no es una escucha pasiva, mucho menos agresiva; creo que la magia reside en el placer por las cosas pequeñas, por la capacidad que tenemos de dejarnos llevar a rincones poco explorados y a la férrea intención de disfrutar de ello.


2 comentarios:

  1. Qué disco etéreo, minimalista. Solo escuchar algunas porciones de las canciones, entrás en un estado de shock permanente. Son momentos congelados.
    Muy buena crítica.

    Saludos

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