miércoles, 11 de noviembre de 2015

Sr. Presidente - Ilustre Ventanal de Estrategias (2015)



Después de editar una de las canciones más rompedoras y una fuerte candidata a canción del año, Heberto Añez AKA Sr. Presidente se mantuvo hermético y nos tuvo a la espera de su cuarto disco. Hasta que hace unas semanas, esta placa que se guardaba con recelo, cual secreto de estado, vio la luz de nuestras pantallas y se instauró en nuestros parlantes con rapidez. Ávidos de encontrar más guiños y ganchos ochenteros, de frases directas y estructuras upbeat, lo que nos llevamos fue una sorpresa mayúscula al toparnos de frente con una balada como track de apertura. A medio volumen (cosas de trabajo) y con la desventaja de la calidad del dios Youtube, fuimos dándole play en repetidas ocasiones a este Ilustre Ventanal de Estrategias hasta que a la tercera escucha comenzamos a agarrarle el gustito y a descubrir el poder oculto en estos tracks que a la postre también sitúan a Presidente como uno de los autores del año.

En estos días de escucha continua también nos hemos venido replanteando la sutileza de la sensibilidad masculina, y con Sr. Presidente se nos vienen a la cabeza los nombres de varios crooners latinoamericanos que ilustran a la perfección este postulado. El peruano Victor Hugo, el dominicano Juango Dávalos o el mismo Eduardo Alegría de Alegría Rampante, nos permiten apreciar la otra cara de la moneda de este acercamiento a la canción popular y de las preguntas que “ellos” se hacen. En Ilustre Ventanal de Estrategias este “chamo” destapa sus cartas en un cancionero de factura pop, lleno de detalles y letras que permiten darle varias vueltas y lecturas al conjunto.

Evidencia absoluta es esa balada inicial y homónima del disco en la que alude a la soledad y a la pérdida de una forma poco evidente. “El olvido empaña mi nación” lo escuchamos en una línea de la canción, anunciando una crítica o una metáfora que se complementa con la siguiente: “aquí ya no queda un alma / ni un alma ni un albor” pero que luego resuena en abandono con la conclusión “sé que te quedas callada / comprendo tu razón”. La canción en forma es una mixtura entre El Pez Traslúcido del mismo Presidente y Don’t let me be the last to know, interpretada por Britney Spears, una curiosidad pop a saber en un mar de influencias literarias y preguntas trascendentales.

En la segunda instalación del disco, la inmarcesible y atemporal La Sociedad de la tierra plana, vemos a nuestro héroe valiéndose de guitarras, sinthes y un manejo acrobático de su registro vocal para servirnos una canción que podría iniciar un debate sobre el estado de nuestras sociedades y el paso del tiempo: “toda esa maldita armonía es recuerdo” o sobre la búsqueda del “yo” en esta masa de influencias: “clara espina me atraviesa / me va descosiendo tan veloz / cortos meses dilatados derraman sus vicios en mi voz” hasta dejarnos con una posible solución a este océano de ideas y paranoia “re-encontrar la puerta que nunca se cierra”. Con las veces que hemos repetido estas tonadas, es seguro que Presidente abrió una caja de pandora y nos comparte de su inagotable contenido.

En este disco que presenta varios ejercicios de estilo nos hemos ido dejando llevar por la percusión y el paso folclórico que marca el ritmo de Mar de Aral. Como si la muerte fuera un ejercicio político colectivo, nos mesemos entre frases lapidarias que Añez sabe suavizar con un sutil “uhhh”: “somos los restos de la intención / sobrevivientes de la palabra”, procurándonos las inquietudes del autor sobre la vida, la muerte y el tiempo, los motores que lo llevaron a la concepción de este Ilustre Ventanal de Estrategias luego de un giro de tuerca en la seguridad de Venezuela: “mis predicciones son realidad / somos las ruinas / templos de ayer / dime que no es cierto / cántame tus versos / sálvame del tiempo”.

Pero el mismo Añez es positivo del futuro, asegura que algo debe pasar como reversazo a una situación adversa y a toda vista coyuntural, y ante esa certidumbre su esperanza se mantiene intacta. Como lo anuncia en el track de cierre, la minimalista Bonsái: “Todo tiene algún final / pero no mi espera / una estilo de Bonsái que nunca se quiebra”. Y cómo él, nosotros vamos dejando que este trabajo vaya plantándose firmemente en nuestro cancionero, pues aquí no sólo conviven con maestría canciones de corte bailable con baladas devotas, sino que nos plantea claramente las inquietudes y las ideas (realistas, fatalistas) del Sr. Presidente, un ejercicio que nos vuelve a todos ciudadanos de su país de ensoñaciones y bailarines en su caos.

“Se derriten en los callejones / los países y los dinosaurios / son la misma pena / quemaremos nuestros documentos / esperando nos olviden todos” Los Países.


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